Tradicionalmente la sexualidad se ha conceptualizado desde una perspectiva conservadora, considerando la orientación sexual como un constructo hermético e inflexible. Estas creencias conservadoras, que se han traducido en actitudes homófobas, parecen ser más notorias en los hombres, posiblemente por el peso que tiene en ellos el concepto de masculinidad de los roles tradicionales de género. Por ello, resulta interesante conocer a qué edad se define la orientación sexual y hasta qué punto se trata de una dimensión estable a lo largo de la vida, así como conocer qué valor se da a las etiquetas tradicionales y si existen diferencias en función del género. Para ello, 2924 españoles de entre 18 y 73 años participaron en este estudio, siendo el 32,9% hombres y el resto mujeres. En cuanto a su orientación sexual, la mayoría (77,8%) se identificaba como heterosexual, mientras que el 9,6% lo hacía como homosexual y el 12,6% restante como bisexual. Todos completaron una batería de evaluación sobre orientación sexual, toma de conciencia y evolución de su autodefinición sexual, así como la valoración de las etiquetas tradicionales. Lo que se encontró es que, en general, las personas se definían en cuanto a su orientación a los 12,2 años, siendo las mujeres las que lo hacían un poco más tarde que los hombres (12,5 y 11,5 años respectivamente). Además, el 15,3% de las mujeres y el 11,5% de los hombres comentaron haber experimentado cambios en su orientación en algún momento. Por otro lado, para el 72,4% de las mujeres y el 58,6% de los hombres las etiquetas que existen sobre orientación sexual no son representativas de la realidad actual. Precisamente, son estas personas las que habían experimentado más cambios en su orientación y, por tanto, habían tardado más en definirse en esta dimensión. Así pues, estos resultados muestran que la orientación sexual es una dimensión fluida y flexible, y que una parte de la población reflexiona sobre ella y cuestiona las categorías tradicionales existentes. Esto podría explicar un atraso en la definición estable de la propia orientación, especialmente en mujeres. Estos hallazgos deben ser considerados cuando se conceptualice la orientación sexual, no solo como una dimensión continua, sino también que evoluciona a lo largo del ciclo vital.
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